domingo, 27 de noviembre de 2011

The story of an outsider

Un sujeto, llamémosle X, se siente solo. Está triste. No es el único y lo sabe, pero esto no consigue aliviar su pena. Hoy no es el primer día en el que la tristeza viene a su hombro a susurrarle sus historias de diablos, sino uno del montón, y poco a poco, X se va dando cuenta de que la excepción se ha convertido en regla y no ve salida alguna.
Se avecina tormenta que está en consonancia con el tormento de su alma. Sus hombros pesan. Su espalda curvada, los píes se resisten a seguirse el uno al otro. X mira al cielo y sonríe, desalmado. La sonrisa queda extraña en su rostro pálido y frío. Sola en un mundo al que no pertenece, impacta y entristece. Pero al fijar el espectador la mirada, la sonrisa se desvanece y se ve lo que era – un rostro desfigurado por los sentimientos.
El espectador, llamémosle Y, no se para. Hoy tampoco tiene tiempo para coger la mano de X. Y tiene que trabajar y salir adelante. Y es fuerte, Y sabe lo que quiere. La vida se lo exige. Él es uno de los afortunados y para seguir entre las filas de los afortunados tiene que dejar de mirar a X.
X sigue arrastrando los pies yendo en línea recta hacia la nada. Busca un lugar calentito donde descansar su corazón cargado. Pero sabe que detrás de la esquina no hay nada. Porque estamos sumidos en una niebla formada de la codicia de unos y la miseria de otros y las gafas antiniebla cuestan. X sigue andando. Paso tras paso, suspiro tras otro. No deja huellas  ¿para qué? Si no quiere volver. Y tampoco va a alguna parte. X camina para no morir. Aunque ahora ya esto tampoco tiene sentido…

sábado, 26 de noviembre de 2011

Una INTRO un tanto innecesaria

¿Está seguro de querer salir de esta página?


¿En serio? ¿Hasta aquí hemos llegado? En los últimos 15-20 años hemos atravesado una turbulenta época de continuos cambios y hemos sido testigos de cómo el ordenador se llevó el último suspiro de la romántica de los libros, cómo la democracia, que es “para todos” dio a unos la “libertad” de no mirar atrás hacia lo que otros siguen siendo/sufriendo/padeciendo, cómo el capitalismo – el mayor engaño de la historia – dio a unos pocos lo que es de todos (digan lo que digan, los que lo posean), y un sinfín de reformas y cambios, la mayoría de los cuales negativos y desagradables.


Bien pues, como decía, muchos hemos vivido esos tiempos que, por muy malos que fueron, como alguien dijo alguna vez, al menos eran interesantes. Tras la tormenta, que aún pervive, pero ya no nos impacta tanto, algunos lograron salir ilesos y otros, no tan afortunados, como yo, se quedaron atrapados entre las páginas de la historia intentando descifrar las notas perdidas de la sinfonía perpetua de un cerebro dañado por la sociedad.


Así que, cuando una página de internet que vende bragas en línea me acosa una y otra vez haciéndome la odiada pregunta, no puedo dejar de pensar en lo absurda que es esta vida moderna en tantos aspectos y de lo poco que nos damos cuenta de ello. ¿Que si quiero salir de la página? ¡No te imaginas cuánto! ¡Parad a la tierra que quiero bajarme!